Sesiones de sanación individual de tradición Quero
Tuve el privilegio de iniciarme en la tradición mística andina como paqo de la mano de Don Alejandro Apaza, Paqo de la nación Quero, a principios de 2016.
La primera vez que lo vi fui en una fotografía tomada en Tarragona por unos amigos en un taller que impartía, en una zona boscosa que conozco y me encanta, delante de la playa.
Sentí una conexión especial, sentí que tenía que conocer a este señor y aprender con él. Que me resonaba mucho eso del “chamanismo”. Ahora prefiero describirlo como sabiduría ancestral andina o inca aunque hay que reconocer que hasta los mismos Paqos han claudicado frente a un término muy extendido que la gente reconoce, aunque el término “chamán” tiene su origen en Siberia.
“Yo no soy chamán, yo soy Paqo” oí sentenciar a Don Alejandro una vez.
El aprendizaje con él fue directo, experiencial. Le contacté estando ya en Perú y nos encontramos en Cuzco, en la Plaza de Armas. Vi un señor pequeñito con gorra, sentado en las escaleras. Concluí que debía ser él y me acerqué.
A partir de entonces empezamos a quedar y se inició mi formación. Practicamos rituales de limpieza, la ceremonia del fuego… Visitábamos diferentes lugares sagrados donde había vestigios incas, siempre con transporte público y caminando más o menos según el día. Fui iniciada por él y me enseñó su práctica de “sanación” con Quyas (piedras).
¿EN QUÉ CONSISTE UNA SESIÓN DE EQUILIBRIO ENERGÉTICO ARMONIZACIÓN ENERGÉTICA CON QUYAS?
Prefiero llamarle sesión para la armonización o equilibrio energético, porque me siento como un canal de energía que facilita a la persona que tengo delante una experiencia sutil pero profunda de carácter energético. No sano ni curo, cada vez estoy más convencida del poder de autosanación que tenemos y determinadas terapias o prácticas lo que hacen es conectarnos con esa capacidad, olvidada y despreciada durante mucho tiempo. A través de la práctica, estoy viendo que cada persona vive la sesión de una manera diferente pero que alguna cosa se mueve en su interior. Las personas más habituadas al trabajo energético suelen sentir experiencias más intensas o, quizás, simplemente tienen más facilidad para reconocerlas y expresarlas. Lo que puedo afirmar es que yo aprendo de cada persona que confía en mí. No tengo capacidad de ver y canalizar nítidos mensajes (aún no, quién sabe…) como otros facilitadores que conozco, pero sí siento ser un canal que facilita la conexión de cada uno con su alma, su esencia, con sus propios mensajes.

La sesión dura 45-60 minutos. Primero se comenta brevemente (se intenta evitar el discurso mental) el motivo por el que se ha venido, aquello que se pretende “sanar” o armonizar. Luego se hace una limpieza energética a la persona utilizando dos piedras que se pasan por su cuerpo: una clara, para el lado masculino, y otra oscura, para el femenino. Yo tengo un par de estas piedras que recogí en el lago Titicaca y otras dos que recogí en Montserrat. Según la tradición también se puede hacer la limpieza inicial con plumas de cóndor o de otra ave de poder (águila, búho…).
A continuación la persona permanece tumbada, se le colocan las quyas (piedras) en diferentes zonas del cuerpo… Y empieza la sesión.
